Uno de mis retos para este curso es ayudar a mis alumnos a saber relajarse y autocontrolarse. Como si fuera poca cosa, ¿verdad?
Providencialmente, a finales del curso pasado encontré un libro titulado "Tranquilos y atentos como una rana", de Eline Snel, terapeuta e instructora de mindfulness. Este libro con CD está dirigido a padres de niños entre 5 y 12 años (abarca toda la etapa de Primaria) y propone varios ejercicios, consejos y orientaciones para trabajar en casa.
El mindfulness o atención plena trata de estar presente en cada momento, en este momento, y concentrar nuestra atención en nuestros pensamientos, sensaciones corporales, el ambiente que nos rodea... todo esto sin juzgarlos como buenos o malos, sin pensar ni rumiar sobre ellos; simplemente reconociendo cómo son y aceptándolos.
Este tipo de meditación facilita, entre otras cosas, la relajación. No son pocas las ocasiones en que a los niños les decimos "relájate", "tranquilízate". Pero... ¿cómo se hace?
El libro que os he mencionado da bastantes ideas, y ya hemos probado algunas en clase. He buscado un par de momentos semanales para practicar sus ejercicios y los niños lo han recibido muy bien. Las sesiones no son perfectas, lógicamente, pero poco a poco van mejorando. Hemos practicado el ejercicio de "la ranita", que se centra en la respiración. En una atención consciente de la propia respiración: lo que siento en la punta de mi nariz, cómo siento mi vientre hinchándose y deshinchándose con cada respiración, cómo está colocado mi cuerpo, si una mano o un pie se están moviendo... Y después, pregunto cómo se han sentido. ¿Sus respuestas? "A gustito, muy cómoda, a punto de dormirme, a mí se me movía una pierna, muuuuy relajaaaado".
Y la recomendación final: si alguna vez les cuesta dormir, están nerviosos o les duele algo, pueden practicar este ejercicio para relajarse y sentirse de nuevo "cómodos y a gustito".
En ciencias naturales estamos dando el aparato digestivo, y me pareció un buen momento para practicar otro de los ejercicios sugeridos por el libro. Comer de manera consciente. Les di un caramelo masticable, con instrucciones claras: "concentraos en todo lo que sentís en vuestra boca: tamaño, peso, textura, sabor del caramelo; qué hacen vuestros dientes y vuestra lengua..." y luego, puesta en común (de nuevo con respuestas sorprendentes). Lo increíble es que de verdad podéis verles en silencio y concentrados, y en la parte de asamblea, el respeto de turnos suele ir mejor.
Como veis, son ejercicios muy sencillos, pero hay algunos de mayor dificultad, más adecuados para niños mayores, que pueden también ayudar a reconocer y trabajar mejor con las emociones, sobre todo con esas que nos son más desagradables: miedo, enfado, frustración...
Estas son habilidades que nos vienen bien a todos en cualquier momento de nuestras vidas: ante un examen, una noche de insomnio, una discusión con la pareja o con algún amigo... Os recomiendo la lectura del libro y que probéis poco a poco alguno de los ejercicios.
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