sábado, 21 de octubre de 2017

Juegos y aprendizaje II: el parchís y la oca

Os traigo otra entrada sobre juegos de toda la vida. En este caso el parchís y la oca

¿Quién no ha pasado un buen rato en el pozo, esperando a que otro cayera en esa casilla y por fin poder salir? ¿O que después de estar a punto de ganar, le ha tocado irse "del laberinto al 30"? Y ayyyy, esos piques familiares porque "todos habéis salido menos yo", o porque "llevas toda la tarde comiéndome fichas", y venga a reír. 

De nuevo con ambos juegos estamos estableciendo relaciones y trabajando habilidades sociales con las personas con quien jugamos. De nuevo también practicamos la subitización (reconocemos de un vistazo el número marcado por el dado, que son las casillas que debemos avanzar) y el conteo para mover nuestras fichas a lo largo del tablero: contamos de 1 en 1, de 2 en 2, y los más avanzados, miran el número de la casilla y suman lo marcado por el dado. 

La oca es un puro azar, tiras el dado y lo que te toque. Si tienes suerte, enlazas varias ocas y avanzas un buen trecho. Y si no, un turno en la posada, dos en la cárcel... y el temido pozo, hasta que otro jugador te rescate.

En el parchís ya podemos ir utilizando pequeñas estrategias, y se las vamos enseñando a los niños. Antes de mover, mira bien todas tus fichas:
- ¿Puedes comer a alguien?
- ¿Te puede comer alguien?
- ¿Tienes tus fichas en algún seguro, o lo bastante alejadas del resto de colores para que no corras peligro?
- Y ahora que las has mirado todas... ¿cuál crees que es mejor mover?

Y si por fin comes a alguien o metes tu ficha en la casilla central de tu color, cuentas 20 ó 10, respectivamente. Repetimos la estrategia y miramos todas las fichas, para ver cuál es más conveniente mover. 

La partida será un poco más lenta para adaptarnos al nivel de nuestros chicos, pero de esta manera les estamos enseñando a reflexionar, a desarrollar su capacidad de estrategia. En lugar de reaccionar de manera impulsiva, pueden tomar un respiro, pensar qué es más adecuado y por qué y tomar una decisión. Con lo sencillo que parecía el parchís y la de cosas que nos permite hacer, ¿verdad?

En pocas partidas se volverán auténticos expertos. ¡Tendréis que vigilar que no os manden las fichas para casa!

martes, 17 de octubre de 2017

Mindfulness o atención plena

Uno de mis retos para este curso es ayudar a mis alumnos a saber relajarse y autocontrolarse. Como si fuera poca cosa, ¿verdad?

Providencialmente, a finales del curso pasado encontré un libro titulado "Tranquilos y atentos como una rana", de Eline Snel, terapeuta e instructora de mindfulness. Este libro con CD está dirigido a padres de niños entre 5 y 12 años (abarca toda la etapa de Primaria) y propone varios ejercicios, consejos y orientaciones para trabajar en casa. 

El mindfulness o atención plena trata de estar presente en cada momento, en este momento, y concentrar nuestra atención en nuestros pensamientos, sensaciones corporales, el ambiente que nos rodea... todo esto sin juzgarlos como buenos o malos, sin pensar ni rumiar sobre ellos; simplemente reconociendo cómo son y aceptándolos. 

Este tipo de meditación facilita, entre otras cosas, la relajación. No son pocas las ocasiones en que a los niños les decimos "relájate", "tranquilízate". Pero... ¿cómo se hace? 

El libro que os he mencionado da bastantes ideas, y ya hemos probado algunas en clase. He buscado un par de momentos semanales para practicar sus ejercicios y los niños lo han recibido muy bien. Las  sesiones no son perfectas, lógicamente, pero poco a poco van mejorando. Hemos practicado el ejercicio de "la ranita", que se centra en la respiración. En una atención consciente de la propia respiración: lo que siento en la punta de mi nariz, cómo siento mi vientre hinchándose y deshinchándose con cada respiración, cómo está colocado mi cuerpo, si una mano o un pie se están moviendo... Y después, pregunto cómo se han sentido. ¿Sus respuestas? "A gustito, muy cómoda, a punto de dormirme, a mí se me movía una pierna, muuuuy relajaaaado". 

Y la recomendación final: si alguna vez les cuesta dormir, están nerviosos o les duele algo, pueden practicar este ejercicio para relajarse y sentirse de nuevo "cómodos y a gustito".

En ciencias naturales estamos dando el aparato digestivo, y me pareció un buen momento para practicar otro de los ejercicios sugeridos por el libro. Comer de manera consciente. Les di un caramelo masticable, con instrucciones claras: "concentraos en todo lo que sentís en vuestra boca: tamaño, peso, textura, sabor del caramelo; qué hacen vuestros dientes y vuestra lengua..." y luego, puesta en común (de nuevo con respuestas sorprendentes). Lo increíble es que de verdad podéis verles en silencio y concentrados, y en la parte de asamblea, el respeto de turnos suele ir mejor.

Como veis, son ejercicios muy sencillos, pero hay algunos de mayor dificultad, más adecuados para niños mayores, que pueden también ayudar a reconocer y trabajar mejor con las emociones, sobre todo con esas que nos son más desagradables: miedo, enfado, frustración... 

Estas son habilidades que nos vienen bien a todos en cualquier momento de nuestras vidas: ante un examen, una noche de insomnio, una discusión con la pareja o con algún amigo... Os recomiendo la lectura del libro y que probéis poco a poco alguno de los ejercicios. 

lunes, 16 de octubre de 2017

Juegos y aprendizaje I: el dominó y las cartas

Últimamente muchos son los blogs que encuentro con entradas sobre juegos de mesa que, de una manera más o menos explícita, pueden ayudarnos a motivar y facilitar el aprendizaje. No seré yo quien niegue su valor, ya que he jugado a algunos de ellos en casa y algunos también en clase con mi grupo de alumnos. Verdaderamente suceden cosas interesantes, desde su cara de emoción por jugar en clase, por aprender un juego nuevo, por poder jugar con la profe y no solo hacer tareas... hasta los comentarios y respuestas que se van sucediendo a lo largo de la partida. 

Sin embargo, me gustaría romper una lanza en favor de esos juegos tradicionales que van cayendo en el olvido... y que sin embargo también nos proporcionan grandes ratos y desarrollan nuestras capacidades. Me refiero en este caso al dominó y a las cartas, con juegos como el cinquillo o el burro, y que son algunos de los grandes recuerdos de mi infancia: las partidas en casa de los abuelos, unas veces a las cartas, otras al dominó, el cómo mis abuelos llevaban las cuentas de las fichas y cartas que habían salido y las que quedaban por salir y mis ojos y mi mente maravillados por tal hazaña (¿cómo eran capaces de recordarlo? ¡Mis abuelos tenían superpoderes!). 

Sin contar: ¿cuántos puntos tienen estas fichas
Resulta que los juegos de los que he hablado permiten trabajar un montón de destrezas matemáticas simplemente jugando. Reconocer cantidades con un golpe de vista, ordenar las cartas según la serie numérica, calcular puntuaciones, etc. Y todo esto, pasándolo bien, sin ser una clase de mate. ¿Por qué no recuperar estos juegos? En clase hemos intentado buscar algunos momentos para ponerlos en práctica, y los niños lo han disfrutado mucho. 

Además de desarrollar las ya mencionadas capacidades matemáticas, con los juegos fomentamos también la relación entre iguales y las habilidades sociales: respeto de las normas del juego, de los turnos de participación, el no hacer trampas o corregir a quien lo intenta, y el poder compartir un rato agradable con otros compañeros. 

¿Con qué juegos podemos empezar?
Con el dominó:
*Dominó clásico: coloca las fichas emparejando los lados del mismo valor, hasta quedarte sin ellas.
*"Efecto dominó": coloca las fichas muy juntitas, haciendo formas variadas. Da un golpecito en uno de los extremos y observa como van cayendo todas.

Con las cartas:
Carta corrida: mamá nos gana a todos... ¡solo por un punto!
*Cinquillo: Completa la serie numérica de cada palo, desde el as hasta el rey.
*Burro: Cada vez que pierdas irás añadiendo una letra, hasta formar la palabra burro. El que antes la complete, pierde.
*Carta corrida: Evita quedarte con la carta de valor más bajo.
*Siete y media: Intenta llegar a la puntuación de 7 y medio, o por lo menos no te pases.
*La escoba: Suma 15 puntos con una de tus cartas y una o varias de las que hay en la mesa.
*Solitarios: Hay varios modelos, pero en cualquier caso, debes deshacerte de todas las cartas.
*Chúpate 2: Echa una carta que coincida en número o en palo con la que se muestra... pero cuidado con las cartas trampa ¡y que no te toque chuparte 2!

...y muchísimos más (pero no os apresuréis con el mus). 

Lo genial de estos juegos de toda la vida es que son baratos (y además una sola baraja te da para jugar a muchos juegos), portátiles y puede jugar toda la familia. Podéis probar alguna tarde que tengáis libre, en alguna reunión familiar... ¡Seguro que lo pasáis en grande!

Gamificación: básicos (muy básicos) y algunas reflexiones

No hace mucho hemos tenido una nueva sesión de formación, en este caso, sobre gamificación . Aparte de recordar algunos conceptos básicos...